
Salva Tu Negocio con un Nuevo Enfoque
Hay empresas que trabajan más duro que nunca, que invierten todo lo que tienen en esfuerzo y recursos, y aun así… siguen al borde del abismo.
¿La razón?
Sus procesos no agregan suficiente valor al cliente, o lo hacen de forma tan costosa que simplemente la cuenta no da.
Es una sensación desesperante: trabajar, trabajar y trabajar… pero ver que cada mes se aleja más la rentabilidad.
La buena noticia es que no todo está perdido.
A veces, lo que necesitas no es trabajar más, sino cambiar la forma en que haces las cosas. Y ahí entra la reingeniería de procesos: replantear desde la raíz la manera en que operas para encontrar formas más rentables y efectivas de entregar valor.
Un ejemplo poderoso de esto es la historia de IBM a principios de los años 90. La compañía, que alguna vez fue el gigante incuestionable de la computación, se encontraba al borde del colapso.
Sus procesos eran pesados, sus estructuras demasiado rígidas y sus productos no lograban adaptarse a las necesidades cambiantes del mercado.
Muchos pensaban que IBM estaba destinada a desaparecer, pero entonces llegó un nuevo liderazgo con una mentalidad radical: no había que mejorar lo que había, había que reinventarlo todo. Con una profunda reingeniería de procesos, IBM se transformó, enfocándose en servicios de tecnología y consultoría, y dejó de ser simplemente un fabricante de hardware. El resultado: una de las recuperaciones más sorprendentes en la historia empresarial.
¿Y cómo se hace una reingeniería de procesos? El primer paso es olvidarte de cómo se han hecho las cosas hasta ahora. Se analiza cuál es el objetivo real del proceso —qué necesita el cliente— y se identifican todas las actividades que no aportan valor. Después, se diseña un nuevo proceso desde cero, eliminando pasos innecesarios, simplificando tareas, redefiniendo responsabilidades y, si es necesario, cambiando radicalmente las tecnologías utilizadas. La clave es pensar en grande, no en pequeños parches de mejora continua, sino en rediseños que cambien por completo el juego.
La belleza de la reingeniería es que no se limita a hacer ajustes, sino que te invita a crear algo nuevo, algo que sí pueda ser rentable. Y cuando hablamos de servicio al cliente, esto se traduce en procesos más ágiles, respuestas más rápidas, soluciones más certeras… en definitiva, servicios que los clientes valoran y están dispuestos a pagar.
Así que si sientes que tu negocio está luchando por sobrevivir, no pienses solo en trabajar más horas o invertir más dinero. Tal vez sea hora de hacer algo mucho más valiente: cambiar de raíz la forma en que entregas valor. Porque a veces, para salvar tu negocio, no necesitas seguir el camino conocido… sino construir uno totalmente nuevo.